Editorial
Lindos vecinos
Somos vecinos, y sin embargo nuestras relaciones no marchan bien. Las deficiencias diplomáticas y casi un arraigado antichilenismo en una parte de la población, confirman que aún no estamos próximos a un entendimiento con el país del sur. Eso sin contar la xenofobia chilena. La prensa no ayuda y en muchas ocasiones hace que pequeños problemas se conviertan en hechos de interés nacional. Sin embargo, ¿es positivo mantener una postura tan conflictiva con los chilenos?
Es cierto que aún tenemos problemas pendientes con Chile. El más destacado es la delimitación del mar. El tema es complejo porque significa reabrir tratados. Y como se sabe, los tratados son firmados por estados y tienen carácter casi eterno. Por otro lado la acción chilena de vender armas al Ecuador y negarlo a pesar de las pruebas no fue un acto de prudencia. La reiterada indiferencia con la que estos temas son tratados por Chile hace que nuestras posibilidades de tener un diálogo con nuestros vecinos sea cada vez más lejano.
Sumado a ello, está la sensación de que Chile se adueña económicamente de nuestro país. En los últimos años, la mejoría económica del país del sur ha hecho que sus capitales en nuestros territorios aumenten. Pensando en Chile como el gran enemigo, se refuerza la idea de que los chilenos nos invaden. Ya no con armas como en la Guerra del Pacífico, pero sí con productos elaborados en su país.
De más esta decir que los chilenos nos ganan en decisiones económicas. Pensar en el piscola o en la chilimoya, hace que en muchos peruanos se inflame el pecho de “amor patrio”, y el sentimiento chauvinista vea la luz. Un vídeo en una empresa chilena, hace responsable al gobierno chileno de una humillación a nuestra imagen, y por supuesto que un partido de fútbol con los chilenos jamás debe ser perdido, sobre todo si se juega en Lima.
Pero más allá de una guerra por el pisco o un partido de la selección, ¿cuál debería ser nuestra relación con Chile? Pues en esa respuesta nadie se pone de acuerdo. Está primero, la posición extrema; mantenerse a la expectativa de una posible guerra con Chile. Otra posición es la de imitar a nuestros vecinos y tener una relación económica estable con los mapochos. Es decir superar de una vez por todas la guerra de hace más de 100 años y abrirles las puertas de nuestros mercados en alas de una relación comercial con ellos, sin embargo, ¿podemos los peruanos confiar en los chilenos?
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