Las personas mayores suelen señalar que en los jóvenes actualmente se ha perdido el respeto y la buena educación. El lugar donde ello se evidencia con más frecuencia es en la combi o en general cualquier tipo de transporte urbano masivo.
Según las normas sociales de convivencia lo normal sería que si ingresa una persona mayor, una mujer embarazada o un discapacitado, y no hay asiento libre disponible, de inmediato la persona que ocupa el denominado asiento reservado o preferencial lo desocupe.
No obstante, con la excusa del cansancio o la ruta larga, muchos prefieren hacerse de la vista gorda y tristemente demuestran de lo que están hechos, al no solo no ofrecerse voluntariamente a dejar el sitio sino que se quejan si es que se les obliga a hacerlo.
Lo común es que el cobrador obligue “cordialmente” a ceder el asiento reservado, pero muchas veces es alguna señora indignada la que o comenta la falta de caballerosidad en Lima o se enfrenta directamente al intruso del asiento reservado y lo obliga a cederlo.
Ahora
El problema va más allá de una simple campaña con stickers o muñecos, el problema está en nosotros; en la incapacidad de respetar y hacer respetar los derechos; en nuestra educación; en nuestra indiferencia; en creer que nosotros nunca vamos a llegar a viejos o nunca vamos a salir embarazadas en el caso de las chicas o que nunca nos podría ocurrir un accidente que limite nuestras capacidades físicas.
El problema es que nos creemos que estamos por encima del bien y del mal, y nos burlamos de aquellos que sí respetan y que sí muestran educación.
Sino qué levante la mano quién no fingió dormir para no dar su asiento.
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