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Castañeda, los murales y Lima


Foto: @angeitamoza

La juramentación de Luis Castañeda Lossio como alcalde de Lima bajo la música de ‘El Cascanueces’ me pareció un mal augurio para la cultura viva capitalina. En su tercer mes de mandato, se confirmó. El alcalde de la Ciudad de los Reyes, la Tres Veces Coronada Villa, Ciudad Jardín, ordenó la eliminación de murales artísticos que adornaban nuestra urbe gris.



Los murales no tienen que ser eternos. De hecho están en propiedad privada y los dueños bien podrían decir que no los quieren más. Sin embargo, la alerta de la eliminación la dio el reconocido artista Elliot Túpac quien sospechó del color amarillo con el que se tiñó un mural.

De allí llegamos a la mentira. Ante la indignación en redes sociales por la eliminación de un mural artístico, la Municipalidad de Lima argumentó que se trataba de una decisión de los dueños. Sin embargo, Scotiabank aclaró que ellos solo cumplieron con el pedido de la comuna limeña.
Pese a que las críticas en redes sociales fueron en aumento, el alcalde Luis Castañeda Lossio, llamado ‘El Mudo’ desde su primera gestión, dio una inusual conferencia de prensa en donde anunciaba el borrado de los murales.

Para ello argumentó que se trataba de cumplir con una ordenanza municipal sobre la arquitectura del Centro Histórico de Lima, y de paso, evitar una sanción de la Unesco, que declaró el legado de nuestra ciudad como patrimonio cultural de la humanidad hacia 1988.

Sin embargo, la ordenanza municipal a la que se refiere Castañeda Lossio es para los monumentos o edificios históricos. Los murales no estaban en ningún monumento ni edificio histórico. Y es que aunque muchos pueden considerar que porque está en el Damero de Pizarro ya es monumento, no es así. Habría que recordarle a muchos que los terremotos han destruido a lo largo de la historia peruana, las construcciones más antiguas, aquellas que evocan a la época colonia, y muchos se sorprenderían con la cantidad de edificaciones del siglo XX. En fin, no se ha pintado ninguna casona o ningún edificio emblemático como Torre Tagle. Por ende, no se faltó a la ordenanza.

Y sobre la Unesco, cuando los murales fueron pintados hacia 2013 no se manifestó en contra. El presidente del Comité Peruano del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios señaló que si bien “algunos murales pueden romper un poco la lectura general del ambiente (…) ninguno de ellos daña la zona monumental ni representa un peligro para el patrimonio cultural determinado por la Unesco”.

Es más, otras ciudades latinoamericanas como Quito (Ecuador) o Valparaíso (Chile), que también cuentan con el mismo título que la Unesco otorgó a Lima, promueven el arte urbano e invierten en su mantenimiento. Ni que decir de las capitales europeas como Londres o Berlín, en donde las paredes son el lienzo perfecto para mostrar el arte popular.

Días después de la destrucción de los murales, Unesco dio un breve y diplomático comunicado en donde aclara que ellos solo se pronuncian si el patrimonio está en peligro inminente, cosa que no sucedió con las pinturas de arte callejero.

Lo otro que dijo el alcalde Luis Castañeda para justificar la destrucción de las expresiones artísticas urbanas en Lima fue que eran hechos por terroristas. Y por supuesto, la alarma de todos se enciende.  Parece que el burgomaestre capitalino no investigó bien, pero la prensa sí hizo su trabajo.

El muralista en cuestión es Leonardo Fernando Olfer Vladimir, y él mismo ha reconocido cercanía con Movadef, el brazo político de Sendero Luminoso. Aquí, en realidad, sí me parece más que alarmante que alguien con vínculos con Movadef haga algún tipo de obra en la ciudad. En otro post lo he puesto, ya los llamamos abigeos, no cometamos el mismo error y no los subestimemos.

No obstante, según Castañeda, la gestión de Susana Villarán le pagó S/. 6.000 por un mural en donde se hace apología al terrorismo. Y bueno, el alcalde se equivocó de mural.

Lo que pagó Lima no es la obra que su administración ha borrado con pintura amarilla, sino una sobre el medio ambiente, que está en otro lado de la ciudad. El mural cuestionado y borrado en realidad era un homenaje – paradójicamente – a dos personajes que están en la orilla opuesta de Sendero, Hubert Lanssiers y Pilar Coll. (Punto aparte, confieso que la imagen de Lanssieres me hacía recordar a Humberto Lay)

Empero, sí podemos cuestionar que alguien del Movadef tenga a la ciudad como lienzo, pero cuidado con caer con la censura, que al final, ello solo beneficia al censurado. Además, no me imagino a ningún mexicano destruyendo los murales de Diego Rivera o algún español echándole pintura a cuadros de Pablo Picasso, solo por sus tendencias comunistas.

Cabe precisar que Olfer no es el único muralista. La pintura de la mamacha con su wawa no son de su autoría, así que… ¿por qué eliminarlas?

Pero, ¿por qué el alcalde de Lima decidió imponer su medida con tanta energía y dar conferencia de prensa sobre los murales, cuando – por ejemplo – un accidente en Chosicano había teñido de sangre las pistas, y no dijo nada sobre la renovación por unos añitos más que su gestión autorizó a dicha ruta?

Para Elliot Tupac se trata de una revancha política y en redes sociales se alimenta la teoría de una necesidad de eliminar todo rastro de Villarán en Lima, además, claro del sospechoso color amarillo del Sol de Solidaridad Nacional. Ahora hasta una psicóloga radial ha hecho n análisis y considera que Castañeda sufre envidia y es incapaz de reconocer el arte. Peut etre.

Quizá sea eso, no lo sé.  Sin embargo, lo hace porque sabe que a los limeños en general no les interesa la cultura. Sospecho que se trata de que los peruanos, que dicho sea de paso no somos educados para apreciar el arte como en otros países, tenemos – en general – la visión de que el arte solo está en los museos.

Y claro, como herencia de los gobiernos asistencialistas, el arte no importa, solo tiene importancia, ‘la obra física’, ‘el cemento’.

Eso lleva a la pregunta qué es arte. Difícil definirlo, y es que la apreciación estética depende de quién la mire. Que a uno le guste o no, no da carta blanca a borrar.

En medio de toda esta disputa entre ciudadanos y el alcalde de Lima, también llama la atención el silencio cómplice del Ministerio de Cultura, entidad que desde su creación no ha tenido un rol protagónico en la defensa de la cultura… quizá si aparece un mural de Greenpeace, se pronuncie… 

Tras varios días el viceministro de Cultura se pronunció, aunque a título personal. Me pregunto entonces, dónde está la gente de Bellas Artes?  Por qué Szyszlo, un pintor afamado pero con una visión conservadora,  está en contra de los murales se han callado?

En fin, hay otras cosas más peligrosas para el patrimonio del Centro Histórico de Lima, por ejemplo, los cables que "adornan" las fachadas de las casonas emblemáticas de la ciudad, el descuido de la infraestructura que no se arregla con pinturita.



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